
Confesar(nos)
los secretos y las miradas
las travesuras y chiquilladas
de adultos confundidos.
Recordar(nos)
en el rincón de los secretos
donde nada era sin un porqué
y todo era un completo sinsentido.
Correr(nos) en la misma dirección.
Sentir los pasos que antes nos negábamos
los caminos que hemos desandado
y los que quedan por errar.
Vivir(nos)
los fugaces momentos
de romances y roces
como si de la última senda se tratase.
Texto: Álvaro Arrans
Imagen: Edward Zulawski
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Publicado por arransalmansa
Mis padres quisieron llamarme Álvaro, como uno de ellos. Cuando llegué llovía y hacía frío. Hay meses de octubre en los que el verano no se hace tardío. Podría decirse que en 1998 huyó de mí poco antes de que anclara.
Crecí en Sevilla hasta los seis años de edad, momento en el que me desplacé con mi madre y mi hermana a Córdoba. Allí he crecido junto a ellas. Junto a ellas, junto a mi Nikon, junto a grandes amigos que no he considerado una segunda familia sino parte de la primera, junto a un lápiz y un papel, junto a vagones, miles de vagones y, lo más importante, junto a millones de notas musicales que mi madre dejaba escapar entre su arco y las cuerdas de su violín.
Ahora estudio Periodismo y Comunicación Audiovisual en la Universidad Rey Juan Carlos y vierto aquí mis pequeñas reflexiones y desahogos sentimentales.
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