Autor: arransalmansa
Brest

El comienzo fue algo muy rápido, como en un abrir y cerrar de ojos. Serguéi ni siquiera tuvo tiempo de asimilar todo y a todos a los que había perdido. Las agujas del reloj solo habían dado una vuelta completa desde que empezó el tormento. Eran las escasas cuatro de la tarde, y Serguéi estaba tumbado, boca arriba. Le vestía su uniforme militar, verde musgo, y en esa estancia le acompañaban soldados valientes. Vivos y muertos.
Continuar leyendo «Brest»Jánovas
En algún lugar del Sobrarbe aragonés, aún vive el cadáver de lo que algún día fue el pueblo de Jánovas. No está muy lejos de la carretera que une Sabiñánigo con Portbou, a una cota mucho más baja que no hace sino parecer esconder con vergüenza lo que ya hoy es un puñado de ruinas, de las que atestiguan vidas rotas. La historia de la muerte de este pueblo es un fiel reflejo de otra gran historia de nuestro país, la del negocio cruel con una palmada en la espalda, de la que no hacemos más que recoger testimonios desde 1936.
URJCMUN
No
No. Por Dios, espera.
Nuestros caminos nunca deben separarse y aún debemos luchar por tenerlos férreamente unidos. Cómo voy a olvidarte, cómo voy a olvidar cuando nos conocimos, cuando empezamos a zambullirnos en los lagos de nuestros miedos, cuando empezamos a confesarnos secretos frente a la hoguera del que acabó siendo nuestro hogar.
Abrazos de aeropuerto
Escúchame, deja de reír. Ahora quiero hablarte en serio.
No pierdas el billete, ni las ganas de verme.
Pueden pedírtelo al subir. Yo voy a pedirlas al llegar.
Recuerda: plaza sentada, con derecho a consumición
[de la distancia que nos separa.
Sonata crepuscular
Dejó su pequeña mochila a un lado y se sentó al borde del precipicio a contemplar el ya casi pretérito anochecer. Ni un murmullo, ni un pájaro ni el suspiro de un solo humano. No era creyente, pero pudo sentir a Dios cantándole el silencio. El Sol ya estaba acostado bajo la ciudad, al fondo a la derecha, en un valle entre dos montañas. Solo se veían pequeñas hebras de la grandeza que había tenido durante el día, y ya cada vez menos. Con su sueño llegarían sus hermanas, las estrellas, musitando rencorosas nanas a todos los infelices que preferían ver tristes luces de neón de infinitos pasillos de oficinas.
Pasearnos
Confesar(nos)
los secretos y las miradas
las travesuras y chiquilladas
de adultos confundidos.
Escribirte
Hoy he decidido abrirte,
dejarte al descubierto
ver todas tus páginas en blanco.
Quiero deslizarte mi fina pluma azul
y dibujarte infinidad de palabras
que compongan historias desbordantes.
01:43 h
Recuerdos. Congestión de sentimientos. Es la hora de dormir. La ropa está caída sobre el suelo en la más perfecta anarquía. No hay nanas, ni besos de despedida.
Sola. La cama es demasiado grande para ella sola.